La unidad de la humanidad es el principio central de la misión de Bahá’u’lláh. La unidad es la meta y el principio operativo del proceso de construcción de una civilización en continuo progreso. Bahá’u’lláh nos dice: “Trataos unos a otros con extremo amor y armonía, con amistad y compañerismo. ¡Aquel que es el Sol de la Verdad es Mi testigo! Tan potente es la luz de la unidad que puede iluminar toda la tierra”.
Bahá’u’lláh usaba la analogía del cuerpo humano para describir el modelo más prometedor para la organización de la sociedad. Dentro de este organismo, millones de células cooperan entre sí para mantener el cuerpo saludable. Cada una tiene diversas funciones y todas son vitales para el organismo. Cada individuo es un miembro del cuerpo de la humanidad y si algún miembro del cuerpo sufre, los demás se verán afectados. Esta convicción de la unidad de la humanidad permite a los individuos sentirse parte de un todo orgánico y entender que en una sociedad sana las relaciones entre los individuos y los distintos grupos sociales se basan en la cooperación y el apoyo mutuo.
Los Escritos bahá’ís aclaran que la búsqueda de la unidad no se debe confundir con un llamado a la uniformidad, sino que se requiere del desarrollo de las diversas capacidades individuales y colectivas necesarias para enfrentar los desafíos actuales de la historia humana.
“¡Oh pueblos y linajes contendientes de la tierra! Dirigid vuestros rostros hacia la unidad y dejad que el fulgor de su luz brille sobre vosotros. Reuníos y, por amor a Dios, decidíos a extirpar todo lo que sea fuente de discordia entre vosotros. Entonces, el resplandor del gran Luminar del mundo envolverá a toda la tierra y sus habitantes llegarán a ser los ciudadanos de una sola ciudad y los ocupantes de un solo trono”.
Bahá’u’lláh
Hace más de un siglo, ‘Abdu’l-Bahá resaltó que ya existían condiciones necesarias para el logro de la unidad a nivel de toda la humanidad. En el momento histórico en el que vivimos estas condiciones —como el avance tecnológico, de las comunicaciones y el entendimiento—, son todavía más evidentes. Las Enseñanzas bahá’ís dicen: ‘La tierra es un solo país, y la humanidad sus ciudadanos”. Todos debemos trabajar juntos por el establecimiento de la civilización humana universal basada en el amor, las virtudes espirituales y el deseo de todos los pueblos por la paz y la prosperidad.
“Ha sido erigido el tabernáculo de la unidad”, proclama Bahá’u’lláh en Su mensaje dirigido a toda la humanidad, “no os miréis como extraños los unos a los otros […] Sois los frutos de un solo árbol y las hojas de una sola rama […] El mundo es un solo país y la humanidad sus ciudadanos […] Que ningún hombre se gloríe de que ama a su patria; que más bien se gloríe de que ama a sus semejantes”